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Estos días pasados, justo antes del #QuedateEnCasa, recibimos la visita de Emilio Rodríguez Caballero, investigador del grupo "Ecohidrología y restauración de tierras áridas" de la Universidad de Almería.
Emilio estudia el papel y efectos de costras biológicas (biocostras) en ecosistemas semiáridos. Estas costras son comunidades dominadas por cianobacterias, algas, líquenes o musgos, que habitan en la superficie del suelo junto con las bacterias, hongos y otros microorganismos y que son un elemento clave en el funcionamiento de los ecosistemas áridos y semiáridos, tan abundantes en la Tierra. De hecho, en un trabajo reciente publicado en Nature-geoscience (https://www.nature.com/articles/s41561-018-0072-1) se ha estimado que pueden llegar a cubrir hasta un 12 % de la superficie del planeta.
Entre las técnicas que se utilizan para estudiar las biocostras está la teledetección hiperespectral, con la que se puede cartografiar las principales cubiertas del suelo y, laboriosamente, conseguir una aproximación a su capacidad de fijar carbono, su contribución a la evapotranspiración y su eficiencia en el uso del agua. Estos son precisamente los objetivos del proyecto liderado por Emilio Rodríguez Caballero al que el INTA está apoyando, y en el que colaboran también investigadores de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) del CSIC. Resultados preliminares (publicados aquí) demuestran que a partir de índices derivados de la información hiperespectral se puede estimar el contenido en clorofila de los suelos cubiertos por biocostras, información que está directamente relacionada con su capacidad de fijar carbono
En este marco, el pasado octubre realizamos un vuelo con nuestros sensores AHS y CASI sobre zonas de estudio de la Universidad de Almería en el entorno del Cabo de Gata. Como se ve en la imagen Sentinel-2 (adquirida solo dos días antes del vuelo), buena parte del terreno está cubierta por invernaderos. Entre estos, en las zonas más o menos naturales subsiste un ecosistema complejo para el que se quiere caracterizar las diferencias en la respuesta fisiológica de sus diferentes componentes (arbustos, plantas anuales y costras biológicas del suelo) y su dinámica temporal.
En la imagen CASI, de mucha mayor resolución espacial que Sentinel-2, se aprecia ese patrón de vegetación dispersa y suelo característico de zonas semiáridas. La alta resolución espectral del CASI permite asociar a cada componente una respuesta espectral, que informa de detalles finos de su funcionamiento.
Los datos AHS, de resolución espacial intermedia entre CASI y Sentinel-2, aportarán información en el infrarrojo medio y térmico que complementa la del CASI. El objetivo final es definir unos modelos y unos procedimientos que permitan el seguimiento de estos ecosistemas desde satélites, típicamente Sentinel-2, que aportan la cobertura espacial y temporal.
Podéis conocer más sobre el trabajo en biocostras de la Universidad de Almería y el grupo de Emilio en este enlace (http://www2.ual.es/cecoual/ecohidrologia-y-restauracion-de-tierras-aridas-rnm927/).