Un estudio reciente, dirigido por el Centro de Astrobiología (CAB), informa que el ácido desoxirribonucleico (ADN) puede preservar información biológica incluso después de millones de años de exposición a la radiación bajo las condiciones extremas de la superficie marciana. Este hallazgo abre nuevas vías para la búsqueda de vida pasada en Marte y en otros entornos potencialmente habitables.
Durante la semana del 20 al 24 de octubre de 2025, el grupo de trabajo FT3 (Flight Test Technical Team) de la STO (Science and Technology Organization) de la OTAN se reunió en las instalaciones del CEUS en Huelva. Este grupo dedicado a las técnicas de ensayos en vuelo e instrumentación, está compuesto por especialistas designados por las naciones y desarrolla su trabajo mediante la producción de documentación de contenido técnico para el uso en los países de la alianza. Se reúne dos veces al año, actuando de anfitrión cada vez uno de los países miembros.
Un equipo de científicos del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) —perteneciente al área de Magnetismo Espacial— se ha desplazado hasta el volcán Tajogaite, ubicado en la isla de La Palma, para realizar estudios de forma que «sirvan de entrenamiento para la interpretación de las medidas en exploración planetaria».
La «reciente erupción —en términos geológicos— del volcán en la isla de La Palma ha ofrecido «una oportunidad única de estudio en tiempo real de los distintos procesos a lo largo de la evolución y enfriamiento de las coladas» —apunta Marina Díaz Michelena, responsable de área de Magnetismo Espacial del INTA—. «En las erupciones volcánicas emerge material muy caliente a la superficie de la Tierra que, en contacto con la misma, empieza a enfriarse. Inmerso en el campo geomagnético, conforme se enfría, adquiere un orden, “imanación”, de modo que produce un campo magnético propio que difiere del circundante».
Un estudio dirigido por Pablo G. Pérez-González, investigador de Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) de España, ha descubierto recientemente nueve galaxias candidatas a ser las más distantes conocidas. Mediante una combinación de imágenes tomadas con el instrumento NIRCam del Telescopio Espacial James Webb (JWST), estas galaxias pudieron distinguirse de objetos más cercanos. La luz procedente de estas galaxias se emitió tan solo entre 100 y 200 millones de años después del Big Bang, lo que significa que podrían ser algunas de las primeras galaxias formadas en el universo.